sábado, 28 de mayo de 2011

Insomnio

Cada vez que apago la luz al final de un viejo día, me escondo en la oscuridad del deseo de uno nuevo y brillante. Como si el sol fuera a fallarme temo por un segundo, pero la ansiedad de volver a empezar me hace las veces de aliada y la espera por el amanecer se transforma en un dulce recuerdo de los errores que no volveré a cometer. Las incontables veces que se repiten frases de optimismo parecen mantras salidas de libros de autoayuda. La mirada fija al techo y el silencio de mi pequeño entorno hace de mi respiración una respuesta superadora a la nada reinante. Lo que a veces un hallazgo de sábanas frescas en el lado opuesto de la cama, ahora parece un espacio sin sentido, lleno de un vacio que exige a mis brazos extender su longitud en búsqueda de un poco de calor ajeno. Es ahí cuando los músculos de mi cuello se contraen para llevar mi cabeza hacia un costado y con ella mi mirada vuelve a perderse en el espacio del cuarto, pero son otros músculos los que se contraen para cerrar mis ojos y forzar un sueño de manos tomadas y suaves abrazos para ahuyentar las pesadillas de jornadas pesadas. Una vez más, como siempre, la realidad abre mis ojos y el sueño deseado se queda en deseo. Las mil formas de relajación parecen semillas en tierras áridas con cielos claros, donde el insomnio se burla de todos los intentos. Y así, como siempre, juego a entretenerme con recuerdos que me roban una sonrisa o me auguran una amargura, mostrándome imágenes pasadas en una calidad inigualable, llevándome a esas inevitables preguntas existenciales de arrepentimientos inútiles y su imposibilidad de cambio. Mientras tanto, el tiempo continúa su inquebrantable marcha hacia la repetición de su eterno ciclo de segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros y demás. Todo lo complejo de una simple espera, queda librado al poder del insomnio, que se atreve a reinar en mí, pero como aquello que tiene un final en su ser, la batalla es ganada por el sueño, que aparece casi como si nunca lo hubiera buscado y el descanso se hace presente una vez más, sólo para ser interrumpido por lo cotidiano un despertar que marca un nuevo comienzo.

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