martes, 11 de mayo de 2010

Nocturna vida

Cuando la oscuridad comienza a vencer todo lo bello del sol, somos nosotros los que empezamos a respirar un poco más fuerte.
Cuando la ciudad nos da un silencio bien dispuesto, somos nosotros los que escuchamos sus penas.
Cuando el reloj deja de importar, sin lugar donde ir o donde llegar, somos nosotros los que allí vamos.
Cuando la soledad se presenta tocando dulces melodías, somos nosotros los que la abrazamos y acompañamos.
Cuando la ciudad nos muestra sus sueños más oscuros, somos nosotros los que nos inspiramos.
Cuando los recuerdos de los días más esplendidos llegan sin invitación, somos nosotros los que los deseamos con nostalgias inauditas.
Cuando las luces ya no alumbran los caminos, somos nosotros los que empezamos a correr a tientas.
Cuando la oscuridad nos oculta la realidad de lo cotidiano, somos nosotros los que imaginamos lo increíble.
Cuando los murciélagos vuelan reclamando sus dominios, somos nosotros los que sumimos nuestros ánimos a su voluntad.
Cuando los limites se borran y el infinito se deja ver, somos nosotros los que nos damos cuenta lo lejos que estamos.
Todo cambia, todo empieza cuando la luz es medida en watts, es ahí cuando los despiertos con sus sueños de ojos abiertos comienzan a escupir en hojas todo lo que ya no les pertenece, todo lo que deben regalar. Y así, lo que para unos es castigo, para otros es goce, para nosotros solo es una forma de ver las cosas o un momento donde se dejan ver.