lunes, 9 de abril de 2012

Heme aquí señor otoño

Heme aquí señor otoño, reclamé. Este año soy yo quien ha venido a buscarte, continué. Son las mañanas frescas que tú me traes las que pienso desafiar. Esas mañanas donde diez minutos más en una cálida cama valen más que todo el oro. Serán entonces esos instantes de sol en la cara los que iré a buscar a pesar de tus tormentas. Esos soles de mayo, con sus aires de revoluciones pasadas, asomando después de las frías gotas que tus cielos dejan caer tan seguido en estas épocas. Esta vez, tus noches, más noches que ayer, no quitarán mi sueño llenando mis pensamientos con lo inmenso de lo oscuro de esas horas, eso se lo dejo al invierno que te gana ampliamente. No he llegado hasta aquí para cuestionar tus paisajes de ramas desnudas con aires de soledades ansiosas y amarillas hojas que pretenden resistirse a caer como caen cada año. Ya no me importa si son tristes o pintorescos los caminos que recorro, este año simplemente en ellos me perderé, hasta encontrar la huella que me guie. Haré de mi casa un refugio de los caprichos de tú clima, será mi cama la mejor fortaleza jamás construida y dejaré que tus vientos toquen sus músicas en los recovecos de las casas. Pero son tus mañanas las que me ocupan, esas mañanas en las que habré de luchar para llegar a destino. Serán las pesadas ropas las que harán las veces de escudos durante estos tiempos de batallas diarias y tempraneras. Serán victorias las que cantaré alzando una taza colmada del té más cálido que jamás se haya tomado una persona. Es por eso que aquí te busco, señor otoño, para avisar de mi desafío a tus mañanas frescas.