viernes, 28 de noviembre de 2008
Limpieza
Es difícil entender los motivos que llevan a uno a juntar o guardar determinadas cosas, bueno, en realidad no es tan difícil, uno puede atribuir determinados comportamientos a determinadas cuestiones psicológicas, pero eso es para otro momento.
Durante el fin de semana o finde, para decirlo más jovialmente, tuve el deber, pero más que nada, la necesidad de hacer un poco de limpieza de cosas, no de barrer o pasar el trapo. Limpieza de tirar, con lo que me cuesta tirar porquerías, así fue dispuesto que el sábado o el domingo a más tardar la habitación debía quedar un poco más espaciosa.
Lo primero que se me ocurre, luego de consumado el hecho, (es decir, que tiré un montón de cosas) tiene que ver con las modas. Dentro de todo lo que tiré había bastante rompa, que por suerte llegó rápido a manos de alguien que la necesitaba más que yo, y me llamó la atención el encontrar ropas de modas pasadas, ropas que hoy no me pondría, que me parecen feas. Bien, esto puede parecer normal, pero hete aquí la reflexión: todos los que me conocen saben que no soy alguien que precisamente sigue la moda, es más, hasta llegué a decir de mi que no tengo gusto, ni malo ni bueno, no gusto, por la moda claro está, sin embargo, la dinámica de la moda está tan metida en la gente y su vestimenta en cuanto a lo temporal de la misma que generó en mí ver como algo feo una ropa que usé en otro momento del tiempo y que no me había parecido de esa forma antes, por lo que infiero que por más que uno no preste atención a la moda, cuando esta pasa de moda, uno lo nota, queramos o no, somos presos de las modas.
Lo segundo que me llama a la reflexión es el tipo de cosas que tiré, más que nada lo curioso de algunas cosas que guardaba, por ejemplo, en el cuarto había un caja que tenía en su interior unas cien cajitas de cigarrillos vacíos, vaya uno a saber para que mierda guardé eso, pero aun así, no quería tirarlo, debido a un pensamiento del tipo “de algo me va a servir”, más allá de lo inútil que pueden ser cien cajitas de cigarrillos vacíos, en fin, lo mismo se puede aplicar a cosas como mazos de cartas incompletos, para qué guardarlos, pero ahí estaban. Otra cosa que tiré fue la caja del televisor, grande y molesta por donde se la mire, pero la tenía en el cuarto por si servía para algo, evidentemente sirvió para algo, ahí metí todas las porquerías que tiré, ah, lo mejor y más caro que tiré fueron un teclado de computadora y unos pedazos de una impresora vieja, por supuesto nada de esto servia, pero, repito, ahí estaban.
Pero lo que más me preocupó no fueron las cosas que tiré, sino las cosas que no tiré y estoy seguro que no voy a tirar, lo que reduce todo a una frase muy trillada y utilizada por algunas amistades: qué necesidad, qué necesidad
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