miércoles, 24 de marzo de 2010

Homenaje asadil

Las juntadas son más cortas, los abrazos siguen largos
Los ausentes hacen mella, pero el recuerdo los trae
Sobre todo cuando los vasos se alzan.

Un asado que pide charlas entre amigos, al que jamás me voy a negar
Las anécdotas nos sobran, las de otros y las propias
Ese cuento del mamado que termina por ahí

Mucho pan y mucho vino, es la misa que se muda

La nostalgia se hace risa por la fuerza de las brasas
Mientras se consumen las horas sin molestar a los presentes
En sus dichos incoherentes

La belleza esta en la mesa, es el tiempo del silencio
Es la carne la que habla y el asador es quien dicta
Un aplauso suena fuerte, se agradece y otra vez

Mucho pan y mucho vino, es la misa que se muda

Sobremesa es lo que sigue, ya se notan los excesos
Las voces suenan más fuerte, son las ganas de contarnos
Y los vises de viejos cuentos siguen siendo festejados

Ahí se vienen las guitarras, se preparan los cantores
Tocan esa que sabemos, la que pedimos todos
Muchas voces exaltadas repasando estrofas viejas
Se repiten los aplausos, se agradece y otra vez

Mucho pan y mucho vino, es la misa que se muda

Se hace tarde y los vasos en el aire
Va por vos y por aquel, por mi club o el de cualquiera
Llegan otros ya comidos y un brindis los espera
Todos gritan por salud, nadie enfermo pareciera

La noche se va terminando, al menos eso parece
Es que la mesa se levanta y para algunos ya se hizo tarde
Es la hora de las promesas, que la pesca que algún viaje
Ahora vuelven los abrazos, se agradece y otra vez

Mucho pan y mucho vino, es la misa que se muda

domingo, 21 de marzo de 2010

El esplendor de una vida singular

Enterrada en las ruinas del castillo yacen las sobras de lo que otrora fuera el esplendor de una vida singular. En el camino al lugar solo se ven señales de lo hermoso y único de una vida singular. Sin temor de molestarme, me acerco al sepulcro y rezo una plegaria para que lo que otrora fuera el esplendor de una vida singular me salpique y haga que reaccione al simple hecho de poder respirar sin temer al sentir el aire llenar mis pulmones. Todo es más complejo, ya nada será igual, lo que otrora fuera el esplendor de una vida singular me ciega por completo y el camino empieza a empinarse, ¡oh, que hay de mi! Qué hay de mi, me pregunto una y otra vez. Sin embargo sigo, solo sigo, eso es lo que el esplendor de una vida singular dicta, nada más, seguir, por más que las ruinas sean grandes, mis pasos deben ser firmes. A medida que sorteo las ruinas, el camino se hace más y más incierto, todo por aquella singularidad que marcó el esplendor de aquella vida. Qué más da, soy un responsable camino a su destino, solo eso, sin saber si siquiera hay castigo o recompensa, ¡hay de mi!
El humo recorre mi cara oscureciendo mis ojos ciegos, ¡ah! El porvenir, ese humo, es todo lo que me queda, y ese mal, ese mal que por bien no venga, no, señor, ese bien no viene, ese bien genera mal, oh, no, eso no es tan simple, salvo, salvo que sea un sueño, pero lo sé, jamás soñé tal sueño hermoso y doloroso.
Todo lo dulce se hace amargo y el camino solo sube, más y más, ¡ah! Pero la subida no solo es más y más empinada, no, eso no basta, hay rosas, rosas con espinas, que demuestran la dulzura de lo que otrora fuera el esplendor de una vida singular. Y yo solo avanzo, como la singularidad de esa vida y el esplendor congeniado entre ambos marca. Subamos, subamos, que el mañana será la cima a la que llegaré o llegaremos, la cima, donde el esplendor bañará mi vida para hacerla singular