sábado, 10 de enero de 2009

Ahí Te Veo, mejor




El jueves ultimo, digamos el ocho de enero de 2009, tuve la suerte de ir a ver y escuchar a una banda de música que tienen unos amigos.
Qué decir, el show estuvo muy bueno, pero eso era lo que esperaba, realmente lo pasé lindo, pero no es lo que aquí me interesa expresar. En cambio, lo más interesante a mi gusto, es la evolución que pude ver desde hace unos años al momento que han hecho mis amigos de esta banda. Recuerdo el inicio mismo del proyecto que hoy se llama Ahí Te Veo, es más recuerdo el momento exacto en el cual surgió el nombre. Pero más que nada recuerdo los comienzos de estos pibes en una banda, con distintas formaciones, distintos objetivos, pero siempre con un desarrollo personal de cada uno de ellos, desde pasos por distintas academias o conservatorios musicales en distintas ciudades y una variada cantidad de proyectos hasta que las partes se sumaron en Buenos Aires. Recuerdo cuando el Pocho llegó con su idea de poder tocar en algunos lugares, el Cala llego y pensé, que bueno ahora se van a potenciar, ya que las solas partes no estaban demostrando el potencial, pero fue la posibilidad de que el Bafa se mude a la ciudad lo que creó la gran expectativa con la frase “vamos a hacer algo juntos los tres” y ahí comenzó todo lo que se ve hoy. De las primeras juntadas y los desencuentros que plantea la vida misma, se colgaban un poco, digamos, hasta el proyecto que hoy es una realidad. Todo la evolución, los primeros temas, que el Pocho con su estilo cercano a León Gieco y el gran fogonista que es, el Bafa y su estilo tan bossa nova y refinado, muy perfecto, y el Cala con su fascinación por la música uruguaya, pero con el fogón adentro y la astucia de saber aprovechar el conservatorio como gran nexo de los dos polos del grupo. Que gracia causaba tener charlas con los tres por separado, al final todas las conclusiones que se sacaban eran solo una: dar una homogeneidad de estilos, aflojar con los egotismos musicales, dar fogón al Bafa, sacarle fogón al Pocho, básicamente darle una armonía al todo.
Las puteadas estuvieron al orden del día, que uno no va a los ensayos, que el otro no puede dejar de cambiar los temas que ya estaban bien, pero ese esfuerzo empezó a ser mayor y las puteadas cesaron, un poco, tal es así que se dio la posibilidad de grabar unos temas, con alguien que sabe del tema, sin tomas con micrófonos de pc, en un estudio, cosa que salió muy linda y fue muy elogiada, más allá de la confesión de Mauro que me dijo que le costó un poco sentarlos a grabar.
Pero, el que sabe es porque conoce lo que le falta o por lo menos admite que falta más y así fue que buscaron no quedarse con solo con las dos guitarras y la percusión, ahí es que aparece Nicolás y sus teclados y trucos y al poco tiempo Mariano con su bajo metiendo dedos como animal, para terminar de armar una banda con grandes aspiraciones y ganas de progresar. Un formato muy interesante, ya que no es fácil encontrar una banda con tres cantantes, un director metido en el medio de los arreglos de voces con teclados que llenan todos los espacios a disponibles y un bajista con la libertad de jugar con los temas y sus dedos en el medio del show.
Eso es, básicamente, lo que vi el jueves, eso y la mirada de familiares y amigos que nunca habían visto la banda en acción con una cara de grata sorpresa y la frase “ahora es otra cosa” pegada en la frente.